lunes, 26 de diciembre de 2011

Cap. II - La casa, el escenario de la vida. Los espacios privados de la casa - Recámaras, para el resguardo de lo íntimo




Las recámaras como áreas privadas representan la oposición al espacio público dentro de las casas. Estaban distribuidas a lo largo del corredor. Se accedía a ellas por las puertas de cuarterones con vidrios, estas puertas se cubrían con visillos para resguardar la intimidad familiar y, por la noche, se cubrían con los llamados oscuros (grandes puertas de madera de hojas) en busca del aislamiento necesario para el merecido descanso. Hacia el interior, las recamaras eran habitaciones de techos altos que a la vez se comunicaban entre sí. Una cama de madera fina o de latón con su colchón a la medida daban la comodidad necesaria a sus ocupantes, también servía para guardar bajo de ella la imprescindible bacinica. Arcones y baúles y después los roperos, servían para guardar la ropa y los objetos de valor. También las mesillas de noche eran muebles propios de ella. En la recámara se desarrollaban otras actividades además de reposar: los antiguos poblanos nacían, amaban, rezaban y morían ahí.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Cap. II - La casa, el escenario de la vida. Los espacios públicos de la casa - La biblioteca, para el despacho de los asuntos




En algunas casas existía una habitación destinada al despacho, que también cumplía la función de biblioteca. Este era el espacio consagrado a la concentración, al trabajo, a la eficacia y a la vida pública, lugar donde se tomaban las decisiones importantes y donde los niños tenían prohibido entrar. Los muebles del despacho generalmente eran un escritorio, varios libreros, un sofá y dos butacas de cuero. Indudablemente, el más importante de estos era el escritorio, mueble de elegante armonía y de olores profundos a madera, cuero, tinta y papeles viejos; con un abismo de gavetas diminutas y pequeños compartimientos destinados a almacenar los registros del contable, el correo  financiero, archivos, cartas, los pliegos del poeta y hasta un cajoncillo casi oculto en el que se podían enterrar las pruebas del más terrible de los secretos…

lunes, 19 de diciembre de 2011

Cap. II - La casa, el escenario de la vida. Los espacios públicos de la casa - El comedor, lugar de socialización






El comedor con todo el esplendor como lo conocemos hoy, vajillas, cubertería y cristalería, aparece hasta mediados del siglo XVIII. En el mobiliario del comedor destacaban preferentemente los estilos de muebles europeos. Los componentes eran la mesa con extensiones, sillas, aparador y el bufet para el lucimiento de las vajillas. El comedor y su mesa devinieron en un espacio dedicado al sosiego, la sensualidad de los sabores y la conversación; en el lugar propicio de encuentro para la familia y la hora de la comida, en la celebración más importante. También era el comedor uno de los mejores lugares de sociabilidad y de los comportamientos de mesa que a su vez, estaban ligados a la etiqueta y a la urbanidad.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Cap. II - La casa, el escenario de la vida. Los espacios públicos de la casa - La sala, galería de retratos





La habitación destinada a sala principal generalmente era amplia y tenía balcones a la calle, por lo que estaba bien iluminada. Este espacio doméstico con vocación para recibir al público es una construcción social relativamente reciente, de ahí que a finales del siglo XIX no se hallaba generalizado… Las salas se habilitaron con muebles de todo tipo y medida: divanes, sillones, taburetes y mesas, también sillas de reducidas dimensiones destinadas a visitas de menos confianza, mesas de pared y mesas nido, biombos, esquineros y aparadores que servirán para guardar y exhibir los nuevos objetos decorativos. En algunas salas existían las escupideras, recipiente afortunadamente desaparecido del menaje doméstico, servían también para arrojar la goma de mascar y las puntas de los puros.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Cap. II - La casa, el escenario de la vida. Los espacios públicos de la casa - Los corredores, centros neurálgicos de la casa




Los corredores o pasillos eran los centros neurálgicos de la casa, el lugar perfecto para transitar libremente y el punto de encuentro para la gente que habitaba las casas. Pasillos como angostas aceras cubiertas con grandes lajas, con losetas de barro o con mosaicos de variados diseños geométricos de brillantes colores. Corredores entre muros de luz y barandales de hierro forjado de los que sobresalían los aros con macetas de talavera, de barro o las recubiertas con cerámica blanca pegada en pedazos, en ellas florecían geranios, hortensias, aretes y malvones…

jueves, 8 de diciembre de 2011

Cap. II - La casa, el escenario de la vida. Los espacios públicos de la casa - El patio, corazón de la casa





Al patio se llegaba a través del cubo del zaguán, éste era el corazón de la arquitectura doméstica. La distribución de la casa estaba en función del patio central, en él se encontraban sus elementos más característicos: la arcada y el arranque de la escalinata que conducía a las estancias del piso superior podían contar con una fuente o una pila y algunos tenían lavaderos. Los altos muros que lo circundaban estaban bañados de luz, el sol en su lento recorrido se encargaba de ello.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Cap. II - La casa, el escenario de la vida. Los espacios públicos de la casa - El umbral, espacio intermedio









...Al cruzar el umbral penetramos al cubo del zaguán, el escenario inicial para la vida diaria. El umbral es primordial: separa la casa del resto de mundo. Del umbral hacia fuera está el infinito, lo abierto, lo incontrolable. Hacia dentro está el cubo del zaguán, ese pequeño espacio cubierto situado dentro de la casa, espacio finito y cerrado de cualidades elegidas y controladas, e inmediato al patio...

viernes, 25 de noviembre de 2011

Cap. II - La casa, el escenario de la vida. La arquitectura doméstica




...Aunque aparentemente todas las casas poblanas son iguales, estas se pueden diferenciar en dos conjuntos: las “casas solas” de las familias acomodadas en donde se fotografiaron las habitaciones, la decoración, el mobiliario y los accesorios, y las vecindades, accesorias para habitación de las clases desprotegidas y de las que no existen fotografías, esto es, son casas determinadas por múltiples razones sociales, económicas y culturales...


jueves, 24 de noviembre de 2011

Cap. I - La ciudad, la casa de todos. Las calles, ríos de la memoria






...Al caminar por las calles de la ciudad, el aspecto de los edificios que se encuentran al paso, muestran armonía en sus fachadas a doble altura, también sus proporciones, volúmenes y perspectivas. Se distinguen igualmente los majestuosos portones de madera de doble hoja, lo suficientemente anchos para permitir en una época, el paso de un carruaje con su jinete. Portones tallados o claveteados que en otras épocas no estaban cerrados a doble llave.

Cap. I - La ciudad, la casa de todos. La escenografía de la ciudad



Puebla posee una belleza de contrastes que se manifiesta en cada una de sus calles, edificios públicos, iglesias, casas y monumentos. Desde su fundación ha sido una de las ciudades más bellas del país… con un estilo regional, definido por la armonía de las fachadas cuyas características son los colores de los materiales del revestimiento, los rojos ladrillos con aplicaciones de resplandecientes azulejos polícromos de talavera, los detalles de argamasa en la decoración de sus voladizas y onduladas cornisas, los remates en esquina convertidos en adornos, los balcones esquinados, las hornacinas para santos y balcones y ventanas de hierro forjado…

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Más sobre el libro


Título - Casa Poblana. El escenario de la memoria personal
Autor - Lilia Martínez y Torres
Editor - Fototeca Lorenzo Becerril, A.C.
Fecha de lanzamiento - 12 de octubre de 2011
Área Temática - Investigación histórica
Páginas - 240
Tamaño - 33 x 24 cms.
Tapa - Rústica y dura
Precio - Consultar en Puntos de Venta


Lilia Martínez recibió del INAH y el SINAFO la MEDALLA AL MÉRITO FOTOGRÁFICO 2011, por ser “pionera en materia de investigación de la historia regional de la fotografía en México”.



El Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales (2007), apoyó la publicación de este libro.



Presentación

Antonio Ramírez Priesca
Alfonso Bonilla Ramírez

De un corto tiempo para acá, los mexicanos intentamos por diversos medios alejarnos de la violencia y tragedia cotidiana que nos rodea, reconstruyendo una historia que, en algún momento impreciso, se sumergió en un abismo vertiginoso y voraz. Los poblanos lo hacemos a nuestro particular modo evocando recuerdos, muy a menudo cobijados por las Casas de nuestros ancestros, y así nos aproximamos a una realidad menos amarga, más solidaria y familiar… En estas Casas Poblanas, que finalmente son una sola, se vivieron y contaron historias, se gestaron tradiciones y costumbres; se usaron muebles y objetos decorativos que fueron cambiando con el paso del tiempo, las modas y las influencias de fuera, pero el sentido de comunidad finalmente creó un estilo “a lo poblano”… En ello radica lo verdaderamente importante de este libro de Lilia Martínez: que los habitantes y sus espacios de convivencia, los objetos, las tradiciones y las soluciones decorativas de las Casas Poblanas, pervivan en la memoria colectiva a través de las imágenes publicadas…



Prólogo

Lilia Martínez


…Muchas personas tienen una “casa” sobre la que contar sus experiencias, una casa que marca la vida misma. Mi forma de ver y sentir una casa fue conformada por mi madre y mis abuelas, reiteradamente he creído que ellas modelaron mis ojos y mi corazón. Mi madre aún muy ocupada, (casa con esposo, ocho hijos y siempre algún pariente), convertía la casa en algo gozoso: flores naturales, cuadros, objetos decorativos, manteles y carpetas almidonados y plantas eran esenciales, poner el jarrón con mirasoles como portada es una muestra de lo que era la vida en casa. Los mirasoles  son flores silvestres que aparecían en la ciudad en lotes baldíos y camellones, después de la temporada de lluvias, ella nos llevaba recogerlas y con las flores poníamos jarrones por toda la casa ¡y eran gratis! Con mi madre aprendí lo que es el amor por las cosas bellas. Mis abuelas me enseñaron los privilegios de la mesa, la abuela Aurora guisaba exquisito; exquisito; tamales canarios, rompope y galletas eran su regalo. La abuela Dolores era una esplendida anfitriona; manteles, vajilla y cristalería fueron su herencia. Siempre soñé con realizar un libro que recogiera los recuerdos más personales, las vivencias más profundas y las formas de vida diaria de las personas en las habitaciones de sus casas. Ha sido sumamente agradable ver cómo mi sueño se ha cumplido. Ha sido también un privilegio haber nacido y vivido en esta ciudad, al igual que el haber contribuido a un mayor conocimiento de ella con este libro.  Finalmente, que el libro sirva para estimular la conservación de las fotografías como historia y memoria de Puebla.