Los lavaderos de la casa se
encontraban en el patio o en la azotehuela (patio trasero de la casa destinado
generalmente a lavar y tender la ropa), y algunos se encontraban en la azotea.
Sus inseparables eran cubetas y tinas de lámina.
Las labores de la higiene
doméstica del hogar han sido responsabilidad “femenina”. El lavado de la ropa
igualmente recaía en las manos de las mujeres que tenían conocimiento de los
mejores jabones y lejías para el lavado y de los mejores remedios para el
desmanchado. Expertas igualmente en el planchado, ya que dominaban los diversos
procedimientos de preparar el almidón para la ropa blanca. Algunas familias
podían pagar el servicio de las lavanderas…
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