Para poder recibir la Eucaristía por vez
primera, era necesario realizar el aprendizaje de la doctrina cristiana. El
librito más usado para ese fin era el Catecismo del Padre Ripalda, que
contenía lo que “Todo cristiano debe saber, creer y hacer: Credo, Mandamientos,
Oraciones y Sacramentos”. Una vez cumplido este requisito, más los de
confesión y penitencia, era que se podía tomar la Eucaristía. Ese día el niño o
niña ayunaba, para así presentarse junto con los padres y padrinos a cumplir
con el cuarto Sacramento: La Primera Comunión.
Para tal día, la familia se ocupaba anticipadamente del vestuario y sus
complementos… Después de tan esperada ocasión, venía la celebración con un
esplendido desayuno servido en casa, exquisiteces culinarias preparadas desde
la víspera se ofrecían a niños y adultos. Al final, como parte imprescindible del ritual, se entregaba a los invitados un
recuerdo de tan memorable fecha: una tarjeta en forma de estampa impresa con alegorías representativas de la
Eucaristía y los datos del acontecimiento…
¡Las fotos son una preciosidad! Gracias por compartirlas.
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